El 20 de noviembre de 1924, y después de un intento de golpe de Estado, Adolf Hitler salía de la cárcel que lo había mantenido 14 meses fuera de su camino al poder.
Muchas cosas habían cambiado desde que había entrado a la cárcel, una de ellas la situación del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, que con su principal líder preso había caído en una situación agónica. Las cosas no estarían nada fácil, tanto su periódico como sus discursos públicos estaban formalmente prohibidos, pero hasta la policía sabía en qué terminaría aquella repentina libertad, un informe presagiaba lo siguiente:
“Debido a su energía, Hitler volverá a convertirse en el motor de nuevos y serios disturbios y en un peligro para la seguridad del Estado”.
Y así fue, Hitler volvería a empezar desde cero.
Licenciado en Historia y Profesor de Historia con Orientación en Ciencias Sociales – UNaM